Antes de viajar a Bulgaria había cierta incertidumbre de dónde íbamos a acabar ya que el país era desconocido totalmente para nosotros, cuando llegamos ya notamos aspectos diferentes al de cualquier otro país y es que el transporte son con tranvías y en metro por lo que es muy accesible y rápido cada vez que quieras ir a algún sitio la verdad me sorprendió bastante, nunca llegan tarde de la hora prevista y nunca tardan más de 5 minutos en llegar. Este país es bonito ya que contiene monumentos e iglesias ortodoxas, bastante interesantes.
La empresa donde estoy realizando mis prácticas es en un hospital privado especializado en cardiología, pero también tiene otras plantas como urgencias, quirófano, neurología…
El hospital está muy bien cuidado y se nota que es de calidad, la organización a la hora de cuidar a los pacientes, diagnosticar etc… Es muy diferente a la de España ya que, auxiliar de enfermería no existe allí por lo que prácticamente una parte lo hacen las enfermeras y la otra las limpiadoras y celadoras.
La comida tradicional de este país me ha gustado mucho, especialmente el TARATOR es un plato búlgaro por excelencia. Es una sopa fría de yogur y pepino. Al principio sabe raro, pero luego acaba gustando.